
José Mª Navlet ha colgado una segunda entrada sobre la villa en su blog, «El corazón loco del viajero«, en el que leo algunas cosas que me chocan y otras que desconocía.
Me hace gracia la frase de Isabela: “Todo lo que se dice en internet es mentira…” Bueno, todo no. Exageraciones, rumores, historias que pasan de boca en boca, sí. Mentiras supongo que alguna también. Pero todo no. Y otra cosa: ella no siempre evita hablar con extraños, unas veces de mejor humor que otras.
La “finca madre” eran terrenos del padre de Tarsila Blanco (mujer de MM de Andés), cuya casa está ahí todavía, que creo es donde vive Isabela, hija de una hermana de Tarsila. Todas estas informaciones están recogidas en el blog, especialmente en el estupendo artículo que escribió hace tiempo David Piñeiro en La Voz de Occidente y que aquí transcribimos en su momento: La voz de Occidente
La historia de que Esther temía que Maruja Torres fuese una inspectora de Hacienda… Pues quizás, pero a mí no me dijo nunca eso. Esther, al menos cuando yo la conocí (que fue bastante más tarde que el encuentro con Torres), no parecía temer nada: su puerta estaba siempre abierta. Y su “desaliño” dentro de casa era lo habitual. He contado muchas veces sus “transformaciones” cada vez que decidíamos llevárnosla a comer por ahí. En el vídeo de 1991 se ve muy claramente. (También el reportaje de Maruja Torres lo colgamos aquí en su momento: Locura de indianos – El país semanal)
Una cosa que me ha extrañado es que José María dice que esa misma noche, tras el encuentro con Isabela, buscó información en internet, y cita la web de info turística que “…no aportaba ningún dato de interés sobre su última moradora.” Hombre, esa web no lo sé, pero si tu metes Villa Excélsior en Google, quitando el hotel de Austria del mismo nombre, lo primero que aparece es este blog. Y este blog está lleno de datos e historias sobre Esther. Y de cariño, por mucho que a algun@s de por allí y de la familia les pese.
El tema de la herencia del marido de Esther es totalmente nuevo para mí. ¿Se lo dejó todo a sus cuñadas? ¿A las Méndez de Andés? ¿Por qué? No sé quién le ha contado esto a José Mª, pero desconozco absolutamente esta historia. Yo hablé apenas nada con Esther sobre su marido, salvo que era juez, el accidente de la avioneta y poco más. No parecía muy interesada ni afectada (casi 60 años después??), pero tampoco me pareció que lo hiciese de forma despechada o algo así. Me encantaría que alguna de las hermanas Colmenero nos lo aclarase, aunque dudo que lo hagan. Quizás tú, José María, puedas aclararnos de dónde te llegó esta información y explicarla algo más.
Y respecto al tema de la lápida: dudo mucho, muchísimo, que el nombre de Esther no figure en la misma porque, según Isabela, “ella era muy humilde y no quería nada de esas cosas“. Yo creo, simplemente, que nadie se preocupó de hacerlo. No creo que, en sus condiciones al final de su vida, Esther dijese que no quería su nombre en una lápida. Y Esther podía parecer desamparada, sola, abandonada incluso, y quejarse tristemente sobre ello, pero no creo que “humilde” sea la palabra adecuada para definirla.
Dicho todo esto, recordar una vez más que este blog nunca ha pretendido ser la biblia sobre la villa, y mucho menos sobre la familia o incluso Esther. Este blog es solo un “almacén” de datos, fotos, recortes de periódico, vivencias, ideas, opiniones… Aquí cuelgo todo lo que yo tengo o encuentro por ahí, y todo lo que me envían (me guste o no). Y he dicho un montón de veces que siempre he echado de menos que la familia colaborase más, porque al fin y al cabo son los que han vivido aquello. Pero salvo las Colmenero (y poco), nadie más lo ha hecho. Ni el resto de sobrinos, ni Isabela o los vecinos de Luarca (salvo un par de excepciones muy destacables); ni los nuevos propietarios, el estudio de arquitectura que ha hecho el proyecto, el ayuntamiento o el Principado. Nadie. Tan solo algunas personas anónimas como yo que llevamos años demostrando más interés (y más cariño) por Villa Excélsior (y en mi caso, también por Esther) que nadie de la familia o de ninguna institución.
También reiterar lo poco que me importa a mí en realidad si el padre era un vivalavirgen, si Esther era humilde o altiva o si Isabela tiene razón al decir que todo lo que hay en la web es falso. A mí solo me importa lo que la villa supuso (supone) para mí, las imágenes en mi memoria, los paseos con Esther, sus historias, su voz, el recuerdo del frío y del agua colándose por todas las grietas. Como le dije un día a José Mª, tengo verdaderas dificultades para recordar lo que me contó Esther y diferenciarlo de todo lo que yo he inventado después. Es MI historia la que me importa de verdad, y esta es la otra, la más cercana a la realidad. Y es más fea.
Navlet: gracias por tus palabras y tu interés, ha sido un placer. Espero que nos veamos algún día pronto.
(Enlace a la nueva entrada en su blog:
«La soledad forzada de la última mujer que vivió en Villa Excélsior«)
NOTA: Al poco rato de colgar esta entrada me llama María Colmenero, nieta de Tarsila y sobrina nieta de Esther, cosa que me ha alegrado y sorprendido porque nunca habíamos hablado, no nos conocíamos, y he de decir que ha estado encantadora. María me comenta que la historia de la herencia del marido de Esther es cierta, que se lo dejó todo a las cuñadas de Esther, las hermanas del juez. ¿Por qué? ¿Porque quizás pensó que estaban en peores condiciones económicas que Esther? Puede que sea tan fácil como eso.
Respecto a la lápida me comenta María que no se puso el nombre porque en la lápida pone «Familia Blanco…» y van enterrando allí a los que mueren, que no hacen inscribir el nombre de cada uno.
Y bueno, hemos estado hablando un buen rato y hemos quedado en vernos próximamente. Y me ha confirmado que su abuela aún vive, 104 años… También le he dicho cuánto me hubiese gustado tener esta charla al principio de todo, cuando en este blog aún no se habían dicho tantas cosas que quizás sobraban.
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